sábado, 18 de agosto de 2018

Brahms: Obertura Trágica, opus 81


En los parajes de Austria "las melodías surgen por doquier y hay que poner cuidado de no pisarlas al caminar" anotó alguna vez Johannes Brahms. Debe ser cierto, porque gran parte de sus mejores obras las compuso durante sus vacaciones de verano, en los Alpes austriacos o en los bosques alrededor de Viena. El verano de 1880 lo pasó en Bad Ischl, un balneario de moda de la época adonde la élite musical e intelectual vienesa arrancaba para escapar del mundanal ruido –el de la época, por cierto–, aprovechando, a la vez, de codearse con la nobleza.


Pero ese verano el clima no acompañó a Johannes, que para entonces se acercaba a los cincuenta años. Fue un verano especialmente frío y lluvioso. Una infección a los oídos empeoró las cosas. Temeroso de quedarse sordo, como Beethoven, el compositor arrancó unos días a Viena, para visitar a un especialista en oídos, logrando recuperarse totalmente. A los pocos días, estaba de vuelta en Bad Ischl.
Pese a todos los imprevistos y distracciones, logró terminar allí la composición de sus dos únicas oberturas orquestales: la jovial Festival Académico, y la menos festiva pero tampoco fatal Obertura Trágica, pese a su título.

Todavía hoy los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre la tragedia –personal o extraída de la literatura– que habría llevado al compositor a titular la obra de ese modo. En carta a su editor, Brahms sugiere las palabras "dramática" o "trágica", o "tragedia", pero agrega que ninguno de esos calificativos lo satisface. Parece una cuestión de mercadeo. Más aún, se sabe que el propio compositor señaló más de una vez que la obra no tenía conexión con ningún tipo de tragedia. Sería el fin de la historia, pero con Brahms nunca se sabe si habla en serio o en broma. Hagamos fe en él, esta vez.

Volviendo a Bad Ischl, el balneario testigo de su creación, agreguemos que Brahms volvió a él en dos oportunidades más, en los veranos de 1882 y 1889. Fue en este último año cuando una hija de Johann Strauss II se le acercó pidiéndole que firmara su abanico. Brahms garrapateó en él los primeros compases del vals Danubio Azul, agregando las palabras: "Desafortunadamente, no por su servidor, Johannes Brahms".

Obertura Trágica, en Re menor, opus 81
Con poco más de 13 minutos de duración, fue estrenada en el Musikverein de Viena el 26 de diciembre de 1880, con Hans Richter dirigiendo la Filarmónica de Viena.

La versión es de la Royal Concertgebouw Orchestra, dirigida por el maestro italiano Daniele Gatti.


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