Charles Ives, exitoso agente de seguros, organista de iglesia y compositor en sus ratos libre, tuvo como primer maestro a su padre, un inquieto director de banda del ejército norteamericano. Apenas diez años tenía Charles cuando el padre le animó a interesarse por las armonías modernas y la politonalidad. Cualquiera diría que, expuesto a semejantes experiencias, el pequeño Charlie habría salido huyendo de la música, despavorido. Por fortuna no fue así, y no pasó mucho tiempo antes de que el niño pudiera acompañar a su padre en un dúo bitonal. El padre cantaba una melodía en determinada tonalidad y Charles, futuro compositor, se las ingeniaba para cantar la misma melodía en una tonalidad distinta. Ahí quedó claro que Charles Ives no se encaminaría por una senda tradicional.
Autor de sinfonías, cuartetos de cuerda y sonatas para piano, a la vez que ejecutivo de seguros, el compositor escribía durante el viaje en los trenes de cercanía que lo llevaban a sus oficinas en Nueva York, sin que le importara gran cosa lo que pensara el mundo de su música, claramente de difícil lenguaje. Así lo pensaba él, sinceramente, creemos. Pero una revisión de sus manuscritos, muy posterior, evidenció que a partir de 1920, el autor comenzó a falsear las fechas de composición de las obras, datándolas al menos veinte años antes, con el fin de aparecer más pionero de lo que era. No había necesidad. Su música es hoy considerada soberbia, intensa, y de una originalidad que no requiere revisión fraudulenta alguna.
Charles Ives (1874 - 1954) |
La pieza para orquesta fue compuesta en 1906, concebida para hacer dupla con su obra más conocida, Una Pregunta sin Respuesta. La idea de presentar los dos trabajos juntos obedece a que ambas están basadas en la misma premisa experimental: las cuerdas crean una tenue y estable atmósfera que permanece en segundo plano mientras los restantes instrumentos introducen elementos contrastantes, no sincrónicos, que irán acelerando, gradualmente.
Su título original es algo más extenso: A Contemplation of Nothing Serious or Central Park in the Dark in the Good Old Summertime. Un poco largo. Pero el mismo autor se encarga de explicar qué es lo que todo ello significa:
"...los sonidos de la naturaleza y de los eventos que podían oírse hace treinta años, sentados en un banco en el Parque Central, en la noche de un verano caluroso. Las cuerdas representan los sonidos de la noche y la oscuridad silenciosa... interrumpida por los cantantes callejeros... [...] un carro y una banda callejera se unen al coro [...] ...un carro de bomberos... un caballo... que huye... los caminantes vociferan...[...] La oscuridad se oye otra vez... y volvemos a casa."
Sin embargo, la música que acompañó todo esto no les dijo nada a algunos críticos europeos de la época. Algunos llegaron al extremo de sostener que Ives era un aficionado que no tenía idea de lo que hacía. El pensamiento de hoy, en cambio, a vuelta del siglo XXI, señala que todavía hoy Ives tiene algo que enseñarnos, y nada menos que en términos de ideas nuevas.
La versión es de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Bartok, de Budapest, con la conducción del director húngaro Gergely Dubóczky.
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