domingo, 16 de septiembre de 2018

Alban Berg: Concierto para violín - "A la memoria de un ángel"


En febrero de 1935, su último año de vida, el compositor austriaco Alban Berg recibió el encargo de componer un concierto para violín y orquesta. La petición provenía de Louis Krasner, un violinista ruso-americano que más tarde construirá una carrera notable realizando primeras audiciones de las obras de sus colegas contemporáneos. La comisión ofrecida no era nada desdeñable. Pero por la época, Berg, de cincuenta años, trabajaba intensamente en su ópera Lulu y, riguroso y metódico como era, desechó la propuesta. Sin embargo, Krasner había tocado un punto sensible. Para que la música dodecafónica accediera a un público amplio, había dicho, nada mejor que entregársela en un formato amigable, un concierto. Al maestro le surgió la duda. Una honda tragedia terminará por convencerlo.


Alma Mahler, viuda de Gustav, había casado en 1915 con el célebre arquitecto Walter Gropius. La relación, de la que nació una hija, Marion, llegó a su fin en 1920. Pese a la brevedad del lazo, Alban Berg construyó una sólida amistad con la pareja, sumando a ello un gran afecto por la pequeña Marion, de cuatro años al momento de la separación.

Alma Mahler, Gropius y Marion (1918)
Las dudas que asaltaban a Berg se disiparon cuando aquella primavera se enteró de que el 22 de abril había muerto Marion Gropius, de dieciocho años, afectada de poliomielitis. Absorbiendo toda la energía creativa que tal tragedia podía inspirar, resolvió componer un memorial, de música, para honrar a la pequeña Marion. "Antes de que termine este año terrible", escribió a Alma, "podrán escuchar una partitura que dedicaré 'a la memoria de un ángel' y que encierra lo que siento y que hoy no puedo expresar". Dejando de lado el último acto de su ópera Lulú (que no alcanzará a terminar), el maestro se entregó con todas sus fuerzas a la composición del concierto para violín.

Por lo general, Alban Berg necesitaba alrededor de dos años para componer una obra de cierta envergadura. Esta vez, pese a que su salud no era buena, solo necesitó cuatro meses. El 11 de agosto el concierto estaba terminado. En la primera página del manuscrito, escribió: "A la memoria de un ángel", tal como había prometido. La dedicatoria fue extendida, desde luego, al violinista Krasner, quien lo estrenó año siguiente en Barcelona. Alban Berg no alcanzó a escucharlo. Había muerto el 24 de diciembre de 1935.

Concierto para violín
La obra, el único concierto de Berg para instrumento solista, se desarrolla según los principios de la música dodecafónica que el compositor aprendió de su maestro Arnold Schoenberg. Sin embargo, se ha convertido en la obra más popular del compositor, y la más programada en los escenarios. Y pese a su atrevida combinación de lenguaje tonal y atonal, es también su obra más accesible.

Movimientos:
Son dos, aunque cada uno de ellos incluye otra sección que se toca sin interrupción. Según Berg contó a su biógrafo, en el primer movimiento trató de traducir los rasgos de carácter de la niña en personajes musicales. El segundo es algo menos pastoral, quizá pesadillesco, representando la catástrofe de la muerte. La obra termina sin aspavientos. No resulta fácil encontrar otra obra en que el silencio que sigue a los últimos compases, sea tan importante como el que aquí "se escucha".
00:00  Andante - Allegretto
11:37  Allegro - Adagio

La versión es de la violinista alemana de origen ruso, Alina Pogostkina, acompañada por la Gothenburg Symphony bajo la conducción del director alemán David Afkham.


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