jueves, 20 de septiembre de 2018

Schumann: Arabesque para piano, opus 18


Víctima, probablemente, de la condición médica que hoy conocemos como enfermedad maníaco-depresiva, la vida y obra de Robert Schumann encarna la quintaesencia del artista romántico: la creación de arte a través del sufrimiento. El compositor, algo reticente a escribir obras de gran aliento, desplegará su mejor genio lírico en canciones y piezas breves para piano. La brillante colección de miniaturas Kinderszenen, de 1838, es un buen ejemplo; se hace allí manifiesta su extraordinaria habilidad para traducir en música estados del alma.

Un año más tarde, Schumann abandonará Leipzig por Viena, poniendo gran distancia entre él y Clara Wieck, a raíz del rechazo del viejo Wieck a la relación de ambos. Pero desde allá se comunicará con Clara mediante cartas y música. Arabesque opus 18 es parte de ese contacto atribulado.


Profunda fue la depresión que asaltó al maestro en Viena. Y no solo sentimental. También profesional... era su maestro quien se oponía a que su hija fuera desposada por un músico que recién se iniciaba en un difícil arte. La ferviente negativa de Friedrich Wieck no reflejaba sino sus desmayadas expectativas respecto del futuro profesional de su alumno. Pero Schumann, que jamás se imaginó a sí mismo como un segundo Beethoven o algo similar, se las arregló en Viena para crear un manojo de piezas de notable encanto y gracia, "delicadas", escribió, "para damas". Son parte de un intenso trabajo que desarrolló paralelo al via crucis previo a su anhelado matrimonio con Clara, virtualmente inventando la pieza romántica breve y poética.

Arabesque, opus 18
Con menos de siete minutos de duración, la delicada pieza "para damas" no presenta mayores exigencias al intérprete. Es uno de aquellos singulares trozos de música que, no obstante su escasa demanda técnica, logra cautivar al oyente con su escritura colorida y vivaz.
Se diría que su título afirma que los arabescos están presentes, pero es más bien una metáfora.
La pequeña pieza presenta una forma modificada de rondó (ABACA) con A, tema principal, lírico, y dos secciones algo más intensas, B y C. Cuando la pieza pareciera concluir con la última aparición del tema inicial, Schumann nos reserva una sorpresa, un exquisito posludio íntimo ofrece el verdadero cierre.

La versión es del pianista chino Lang-Lang.


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4 comentarios :

  1. Encuentro mucha similitud con Chopin, sobre todo con los nocturnos, valses y studios. Gracias a quien alimenta este blog, por su extraordinario trabajo.

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  2. Hola, Marcos: Sí. No olvidemos que Schumann y Chopin son absolutamente contemporáneos. Muy agradecido de tus elogiosas palabras. Saludos.

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  3. una hermosa melodía,recuerda a Chopin.Ambos me agradan mucho.

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    1. Hola, Gonzalo: Así es. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.

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