Piotr Ilich Tchaikovski tenía 37 años cuando afloró en su magín la desdichada idea de casarse. La elegida (aunque más bien el elegido fue él), nueve años menor, fue Antonina Miliukova, una antigua alumna. Como se sabe, el matrimonio duró dos meses y medio, aunque, mejor expresado, eso fue lo que duró la vida "en pareja". El maestro escabulló todo ese tiempo a Antonina, hasta que finalmente desertó del lecho conyugal, para siempre.
El maestro debió echar mano a una cura de reposo. Pero se recuperó:
"...No hay ninguna duda de que durante algunos meses he estado un poco loco... sólo ahora... he aprendido a enfrentarme con todo lo que hice durante mi breve periodo de locura. El hombre que en mayo se le ocurrió casarse con Antonina Ivánovna, quien durante junio escribió una ópera entera como si nada hubiera pasado, quien en septiembre huyó de su mujer, quien en noviembre se embarcó destino a Roma y otras cosas por el estilo; ese hombre no era yo, sino otro Piotr Ilich."
La ópera que escribió "como si nada hubiera pasado" es la más reconocida y exitosa de las doce que compuso, Eugenio Oneguin, ópera en tres actos basada libremente en la homónima novela en verso de su compatriota Alexander Pushkin. Un retrato social y psicológico de la Rusia de los años veinte en el siglo XIX.
Muy resumidamente, la historia va así:
Tatiana, una chica ingenua y soñadora, cae rendida ante los encantos del sofisticado Eugenio Oneguin, cuando éste va de visita al campo. Tatiana le confiesa su amor pero Eugenio la rechaza. Para que no haya dudas, Oneguin decide coquetear con Olga, hermana de Tatiana y prometida de su mejor amigo, Lensky. Enfurecido por aquel comportamiento, Lensky reta a duelo a su amigo Oneguin. El evento termina con la muerte de Lensky. (No está demás agregar aquí que el poeta Pushkin murió en un duelo, a los 37 años).
Oneguin desaparece un tiempo largo. Años más tarde encuentra en una fiesta a Tatiana, ya casada, con un viejo príncipe. Oneguin la ve bailar una alegre polonesa, más hermosa que nunca. Esta vez será Tatiana quien rechace.
Polonesa, de Eugenio Oneguin, opus 24
Estrenada en 1879 en Moscú, la ópera tuvo un recibimiento caluroso, que continúa hasta hoy.
Como era habitual en el teatro lírico del romántico siglo diecinueve, las escenas de baile y festejos no podían faltar. En el tercer acto, Oneguin reencuentra a Tatiana en una fiesta. Los invitados se divierten bailando una polonesa muy animada. La polonesa se hizo muy popular y hoy en día es costumbre incluirla en el repertorio sinfónico como pieza autónoma.
La versión es de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, bajo la conducción del director ruso Yuri Temirkanov.
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